Nacida como una iniciativa para construir alternativas de consumo más justas, un grupo de consumidores de Reconquista, al norte de la provincia de Santa Fe, comenzó a generar experiencias de compras colectivas. Este modelo busca conectar directamente a consumidores con productores locales, eliminando intermediarios, mejorando los precios y fomentando la construcción de comunidad.
Lo que comenzó en 2023 con cinco personas interesadas en hacer frente a la inflación alimentaria, hoy cuenta con más de 70 participantes y sigue creciendo. El SUM del Instituto de Cultura Popular se convierte en cada edición en el ámbito de encuentros e intercambios.
A continuación compartimos una crónica de su cuarta edición, una más en la que el trabajo en equipo y el compromiso compartido fueron protagonistas.
La Feria del Revés
Se observan varias personas trabajando a buen ritmo en el salón de usos múltiples del Instituto de Cultura Popular. En la tarima comienzan a verse los primeros resultados: algunos bolsones de frutas y vegetales. Media hora antes, el camión de un productor hortícola de Los Laureles trajo cajones de mercadería. Al costado izquierdo ya están ordenados todos los bolsones de verduras de hojas y las bandejas de frutillas del productor de La Esmeralda, quien los acercó el día anterior. Muy en el fondo se percibe un dejo de tensión: cada vez falta menos para que la gente venga por sus pedidos y podría no terminarse todo.
Son las 7 y media de la mañana del último sábado de septiembre, el equipo organizador se prepara para una nueva entrega en la ciudad de Reconquista. Unos pesan y arman el ‘combo tutti frutti’; otros se encargan del ‘combo campestre’. Todo está ya previamente vendido mediante un catálogo. En el formulario, además, figuran elaborados de pescado, huevos de gallina y codornís, hamburguesas veganas, prepizzas, pastas caseras y otros productos como plantas, mieles, jugos y panificados, ofrecidos por emprendedores de Reconquista y Avellaneda. Este ritual se repite por cuarta vez en el norte santafesino.
Los primeros encuentros del colectivo comenzaron a mediados de 2023 con 5 integrantes. Luego de varias charlas surgió una firme convicción: ampliar el grupo. Un año después la organización ya contiene a 13 personas, y algunos colaboradores más. Desde la primera reunión con el grupo actual una cosa quedó clara: “armar comunidad desde el hacer”. La línea elegida fue “economía local”, la inflación de la comida y de los servicios motorizaba hacer algo rápido y efectivo. De todas las herramientas posibles, las compras colectivas directas a productores, cooperativas y proveedores mayoristas fue la elegida. El documento de presentación arrancaba así: ‘Mercado del Futuro Reconquista. Compras colectivas’. Y dejaban para el cierre: “Porque sentimos que para mejorar nuestra calidad de vida tenemos que organizarnos.”
Se reproduce el álbum Aria de Djavan, Diego se adueña del sonido ambiente. Músico, docente, curioso, es su primera incursión en este espacio: “Es una forma de colaborar en estos tiempos; de participar con gente conocida, amiga, buena onda y con ganas de hacer cosas… uno quiere ser parte de eso”.
A las 9 llega Valeria con su ímpetu a cuestas. Había avisado por WhatsApp que iba a acercarse al salón de usos múltiples del Instituto de Cultura Popular de 9 a 11, “para lo que necesiten”. Gesticulando cada palabra, deja en claro que está donde está porque no quiere consumir en los grandes supermercados de la ciudad. “Hay que darle difusión a los pequeños productores de lo que sea, hasta de mermeladas, y a los lugares donde circulen esos productos que no vas a encontrar en góndolas de supermercados. Es la alternativa a la góndola”, dice, y se ríe de su eslogan involuntario.
A partir de las 9 y cuarto comienza a incrementarse el tránsito y las novedades. Llegan más organizadoras, comienzan a aparecer productores y emprendedoras para una reunión programada, y un poco más tarde para la feria que acompaña la entrega de las compras colectivas.
Comienza la reunión con pequeños y medianos productores, cooperativas y emprendedores. Debajo de la sombra de un frondoso árbol frutal, se hace una ronda de sillas y de presentación. Luego Ivana, encargada del nexo con proveedores, arranca la charla señalando uno de los objetivos del espacio: “Hacemos compras colectivas intentando mejorar los precios. ¿Y cómo lo conseguimos? Tendiendo un puente directo entre quienes producen los alimentos y nosotros, los consumidores”. Inmediatamente pasa a cuestiones más operativas, como por ejemplo recordar la necesidad de que “todos puedan tener su carnet de manipulación de alimentos”, porque “es un amparo para la producción, y da otra imagen”.
Termina la reunión en el mismo momento que comienza a llegar la gente con sus bolsos, mostrando un mensajito de whatsapp con el listado y la confirmación de su compra. Son las 10 y media y el calor comienza a sentirse en el chaco santafesino. El gran atractivo son los productos frescos y mejores precios que la oferta existente, entre un 60 y un 100 por ciento más bajo afirman los organizadores. En la primera entrega 43 personas participaron de las compras colectivas del Mercado del Futuro Reconquista; un mes después eran 53. En la tercera resultaron 71; en esta última, 78 personas. Pero además se acerca gente como Macarena, que vive enfrente y vio “gente saliendo con bolsas”. Se cruzó por curiosidad, compró productos por fuera de los combos armados, y está ansiosa por sumarse, “por los precios”, dice, y porque encontró como feriante a gente de su trabajo. O Karin, que no alcanzó a realizar la compra previa pero ya se registró “para la próxima”; y que se acercó por “el contacto de una conocida”, quien sabe que le gustan “las cosas naturales” y “ayudar a nuevos emprendedores”.
La mayoría de la gente viene a buscar lo que previamente encargó y pagó por transferencia. Pero además traen efectivo para algunas compras en el sector “Mercadito”, un extra que productores y cooperativas sumaron por si se da alguna venta casual. Más tarde no quedará nada en stock . Los volúmenes de venta siempre fueron en ascenso: de vender 370 kg de frutas y verduras, en la primera entrega, se pasó a casi el doble en esta última. A las feriantes, en la entrada, también se las ve ocupadas, contentas por el movimiento.
Se va acercando el final. Se ven las mesas y el freezer prácticamente vacíos, y algunos restos de verduras esparcidos en el suelo. Luciana resume una sensación que firmaría todo el grupo: “me parece hermoso este trabajo colectivo, llena el alma”. Y suelta una última reflexión: “esto demuestra que hay alternativas al consumo tradicional y establecido, y que de a poco vamos haciendo camino en esta cuestión de lo colaborativo. De que la gente que hace su pedido y viene a comprar entienda que no se trata de un super alternativo ni de una feria, sino que somos pares y, como dijo Ivana, estamos todos en el mismo colectivo. Podemos pensar que es una feria al revés, en vez de organizarse los productores nos organizamos los consumidores”.