Maíz con valor agregado: producción de harina de familias indígenas de Chaco
Maíz con valor agregado: producción de harina de familias indígenas de Chaco
A través del proyecto “Caminando hacia una producción sustentable”, familias indígenas de la provincia del Chaco, pertenecientes a la Comunidad Taqaq Lma, ubicada en el Paraje El Rincón, y acompañadas por el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), desarrollaron la elaboración comunitaria de productos derivados del maíz como una estrategia para fortalecer la economía familiar y promover la soberanía alimentaria.
La iniciativa surgió como respuesta a las dificultades que enfrentan las familias para conservar y comercializar sus producciones, en una zona donde las altas temperaturas y la exposición al sol aceleran el deterioro de los alimentos. En este contexto, el maíz —cultivo central para la alimentación y la economía local— suele perderse cuando no logra procesarse a tiempo.
Frente a este escenario, el proyecto se propuso transformar el maíz en harina, permitiendo su conservación durante todo el año, su comercialización en distintos momentos y la generación de ingresos en un contexto económico complejo. Al mismo tiempo, buscó fortalecer la experiencia de las familias en la valorización de su producción, demostrando que agregar valor en origen es una alternativa posible y sostenible.
Producción colectiva y continuidad
En una primera etapa, el proceso productivo se desarrolló de manera comunitaria, con la participación de entre 10 y 15 familias que sembraron maíz en un mismo espacio. Esta modalidad favoreció el intercambio de saberes, la organización del trabajo colectivo y la puesta en marcha de la experiencia de transformación.
Con el avance del proyecto, cada familia continuó el proceso en su propio predio, replicando lo aprendido y asegurando la sostenibilidad de la iniciativa en el tiempo.
La siembra se realizó en agosto del año pasado y la cosecha en enero. Durante febrero y marzo se llevó adelante el desgranado del maíz: una parte se destinó a semillas para futuras siembras y otra a la elaboración de harina.
Como resultado, se procesaron y comercializaron más de 400 kilos de harina de maíz, generando ingresos directos para las familias participantes. Además, el proyecto impulsó la elaboración de harina de algarroba y almidón de mandioca, ampliando las posibilidades de transformación productiva y diversificación alimentaria.
Identidad, tecnología y valor agregado
Un aspecto central del proceso fue el trabajo sobre la identidad del producto. Las familias avanzaron en el envasado, la creación de un logo propio y un sello identificatorio, fortaleciendo la visibilidad y el reconocimiento de sus elaboraciones en los espacios de comercialización.
El proyecto contó con el financiamiento del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), una iniciativa del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, implementada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que apoya experiencias comunitarias orientadas al desarrollo sustentable, el cuidado del ambiente y el fortalecimiento de las economías locales.
A partir de este apoyo, las familias accedieron a una máquina moledora, una herramienta fundamental para el procesamiento del maíz y otros productos. Esta tecnología apropiada permitió mejorar la calidad de la harina, optimizar los tiempos de trabajo y asegurar una mejor conservación.
La producción tuvo una muy buena recepción entre quienes la consumieron. Personas habituadas a comprar harinas orgánicas en dietéticas destacaron que la harina elaborada en el marco del proyecto se diferencia por su calidad y buena tolerancia, sin generar molestias digestivas ni inconvenientes asociados a la celiaquía.
Un proceso que deja capacidades instaladas
Actualmente, una de las familias participantes decidió volver a sembrar maíz, dando continuidad al proceso iniciado y reafirmando la viabilidad de la experiencia.
De esta manera, uno de los principales aportes del proyecto fue la instalación de capacidades concretas en el territorio: la instalación de capacidades concretas en el territorio: conocimientos técnicos, organización comunitaria, acceso a tecnología apropiada y herramientas para agregar valor a la producción local. Estos aprendizajes abren nuevas posibilidades para que las familias gestionen su producción, diversifiquen ingresos y fortalezcan su autonomía alimentaria.
El apoyo de INCUPO acompaña estos procesos que nacen desde las comunidades y que abren caminos hacia una producción más justa y diversa, en armonía con la naturaleza, para fortalecer el arraigo y el protagonismo de las familias rurales e indígenas.
SEGUINOS EN REDES
Boletín Electrónico
Apuntate para recibir más noticias como esta





